miércoles, 4 de febrero de 2009

Dedicado a mi encendedor que hacía luces


Déjalo correr dijeron por ahí y me paré. Me paré para seguir. Para seguir escribiendo para poder terminar algo. Terminar algo que ya había empezado. Empezado con un encendedor, una PC, un apunte y 10 dedos. 10 dedos que escribieron sin parar. Sin parar la linterna del objeto se prendió. Se prendió porque la esencia de mi encendedor no es la llama, sino su luz. Luz que me alumbra, luz que alumbra el cenicero cuando se corta la luz. Luz, otra vez, luz que algún día terminará de prender. De prender y de hacernos ver para crear. Crear Macris, crear Monzones, crear Kristinas, crear pedidos, crear mafias, crear sabiduría, crear creación. Creación que tiene que llegar a su fin. Fin, fin que nadie planea. Fin que llega.

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